Las islas Orcadas, situadas al norte de la gran isla británica, cuentan con una gran número de atractivos que van desde su gastronomía hasta su paisaje y naturaleza, pasando por su artesanos y artistas. Pero si hay algo que hace de este archipiélago un lugar digno de ser visitado y disfrutado es la historia que en él se respira y se conserva. Restos prehistóricos, antiguos poblados vikingos, huellas de la II Guerra Mundial… lo convierten en un auténtico museo de historia de la humanidad.
Patrimonio de hace miles de años
Skara Brae, un poblado prehistórico de alrededor de 5000 años de antigüedad, es una de las joyas de la isla principal de las Orcadas. Habitado antes incluso antes que la construcción de las pirámides de Egipto o Stonehenge, fue descubierto gracias a una tormenta en el año 1850. Gracias a él podemos conocer cómo vivían y los utensilios que usaban nuestros antepasados en esta zona.
Lo que todavía permanece siendo un misterio es cuál fue la causa por la que sus construcciones fueron abandonadas hacia el año 2500 a. C. Entre las hipótesis que se barajan está un abandono progresivo en favor de otros lugares de asentamiento o el hecho de que fuera sepultada por una tormenta de arena. El conjunto arqueológico fue declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1999.
También protegido en esta misma declaración y con miles de años de antigüedad hay que destacar el Anillo de Brodgar. Construido alrededor del año 2500 a. C., más o menos de la misma época que Stonehenge, se trata también de un círculo que en su origen contaba con 60 megalitos, de los cuales hoy se conservan 27. Con 104 metros de diámetro, esta construcción neolítica debió ser utilizada principalmente para rituales.
Huella vikinga
Avanzando en el tiempo, una visita al Brough de Birsay bien merece la pena. Se trata de una isla mareal, no accesible con marea alta en la cual se pueden apreciar distintas etapas que se vivieron en la mainland de las Orcadas. Así, el lugar fue un asentamiento picto durante los siglos VII y VIII. Posteriormente, a principios del siglo IX fueron los nórdicos, los vikingos los que se asentaron en esta pequeña isla. La huella que dejaron los vikingos en las islas fue profunda y está visible hoy en día en sus gentes y tradiciones. Fue hasta el siglo XI aproximadamente. Del siglo XII son los restos de la Iglesia y Monasterio de San Pedro que se pueden ver en ella.
Importancia en la II Guerra Mundial
Estratégicamente, las Orcadas también han sido históricamente de gran importancia. Durante la I y II Guerra Mundial, Scapa Flow, cerca de Kirwwall, fue la principal base de control del Atlántico por parte de la marina británica. Los alemanes intentaron en diferentes ocasiones atacar este enclave y hacerle con el control de él. En 1939, tras uno de estos intentos de incursión, el hundimiento del buque británico Royal Oak por parte de un submarino alemán, el cual trajo la muerte de más de 800 hombres, hizo que Winston Churchill construyera una serie de barreras, con calzada en su parte superior, para cerrar las entradas orientales a Scapa.
De la II Guerra Mundial también queda visible y visitable hoy en día en Lamb Holm la capilla que los prisioneros italianos, traídos desde África a las Orcadas entre 1942 y 1945 para precisamente ayudar en la construcción de las barreras de Churchill, construyeron. Se trata de una auténtica pequeña obra de arte.
Mucho más
Estos son solo algunos de los ejemplos de patrimonio histórico que la isla principal de las Orcadas tiene. Hay muchos más no solo en ella, sino en el resto del archipiélago. Además de esta riqueza, este lugar del mundo también cuenta con otras muchas de otro tipo, como las gastronómicas, las paisajísticas, las artísticas. De hecho, la novia del monstruo del doctor Frankenstein fue “construida” en una de estas islas. Pero eso ya es otra historia. De todos modos, una buena manera de acercarse a las Orcadas es leyendo alguno de los libros del escritos local George Mackay Brown, quien supo trasladar la mágica atmósfera que se respira allí.
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