Crónica viajera por Eslovenia (4): escapada a Trieste, Cuevas de Krizna y castillo de Sneznik

Seguimos nuestro viaje por Eslovenia, y hoy decidimos desplazarnos hasta la cercana ciudad italiana de Trieste, Trest en esloveno. Situada a poco más de una hora de nuestra granja, esta localidad es punto de tránsito habitual entre ambos países e incluso a otros situados a mayor distancia, como España, ya que existen numerosos vuelos desde esta urbe de Italia a diferentes poblaciones españolas.

¡Cómo se nota el cambio de país! En cuanto nos adentramos en el interior de Trieste empiezan las motos a zigzaguearnos, a la mínima escuchamos el sonido del claxon de otros vehículos atosigando, los peatones que se cruzan… Nos cuesta una media hora encontrar aparcamiento en un parking subterráneo, a 1,80 euros la hora.

trieste 4669999 1280

El primer lugar al que acudimos es a la piazza de l´Unità, uno de los grandes emblemas de la ciudad y donde, además, se sitúa la oficina de turismo. Desde ahí caminamos hasta el teatro romano, radicado a unos 300 metros. Pueden contemplarse casi todos sus detalles desde la misma acera.

Si sigues por esta última, a unos 20 metros existe un parking público en cuyo interior, después de un largo pasaje, hay un ascensor que te eleva hasta el antiguo foro romano, donde se hallan el castillo de San Giusto y la catedral del mismo nombre. El interior de esta última llama poderosamente la atención por la mezcla de estilos, representado, sobre todo, por columnas romanas ejerciendo de sostén del templo. El castillo también tiene una mezcolanza estilística, ya que fue construido entre el siglo XV y el XVII.

trieste castillo

Bajamos en dirección hacia el puerto y paramos a comer en un restaurante sin pena de gloria donde nos cobran cuatro euros por persona por cubiertos y pan, una costumbre italiana -la de cobrarte por ponerte servilleta, tenedor, cuchillo y pan en la mesa- que dolorosamente encarece la cuenta.

Entramos en la iglesia ortodoxa, con su bandera griega, en primera línea de costa, vemos el gran canal, contemplamos el arco (con un edificio pegado) del siglo I, transitamos varias veces por la piazza de l´Unità, ya que las principales calles desembocan en ella y, después de tomar un helado en un abarrotado local, pagamos el parking (no nos han dado tíquet, sino que se han quedado las llaves del coche directamente) y emprendemos el camino de regreso con ganas de volver a los paisajes naturales eslovenos.

Vuelta a Ljubljana para ver su animación

paisaje

Ya de vuelta en Eslovenia. Hoy el día se divide en tres etapas de recorridos programados. La primera tiene como destino uno de los parques naturales más antiguos de Eslovenia: el de Rakov Skocjan, cerca de Postojna. Cuenta con varias rutas no excesivamente señalizadas para pasearlas. Escogemos la más corta y circular, que nos llevará algo más de una hora, por subidas y bajadas, con panorámica de dos ´puentes´ naturales formados por rocas: el grande y el pequeño, una cueva, una laguna… Pasa por el hotel.

IMG 20210907 WA0002

Desde allí nos vamos a comer a un restaurante situado justo frente al castillo de Predjama, el que está incrustado en una montaña. En Eslovenia, por el momento, no hemos encontrado platos autóctonos de relevancia, más allá de variedades de gulash, el clásico filete empanado austríaco que se extiende por su vecino del sur, o derivados culinarios de las salchichas alemanas. Sí que comemos el dulce de Postojna, una especie de hojaldrado relleno de nata y flan. En cualquier caso, lo que prima del local son las vistas.

IMG 20210907 WA0003

Y por la tarde nos desplazamos a la Ljubljana vespertina. Cuando acudimos la pasada semana el calor derretía las calles, pero ahora, a partir de las siete de la tarde, la gente las abarrota, no quedan mesas libres en las cafeterías y restaurantes que bordean el río del mismo nombre de la ciudad, o el entorno del mercado, repleto de pequeños puestecitos saturados de personas que buscan cualquier sitio para disfrutar de su copa de vino y plato de calamares, el pescado más habitual que hemos encontrado en los restaurantes eslovenos. Ambientazo, vamos.

IMG 20210907 WA0004

Saboreamos unas puffy, una especie de galletitas con sabor a gofre bañadas, porque así lo elegimos en nuestro caso, en chocolate líquido blanco y negro. Paseamos por el puente de los candados, que se ilumina al anochecer. Y observamos el inicio de la representación del musical Chicago, en la explanada junto al parque del Congreso.

siIMG20210820193823

Incluso pasamos por la plaza Preseren, ante la iglesia de los Franciscanos, en cuyo centro existe un círculo humedecido por chorros casi invisibles. Lo atraviesas y te refrescas sin saber de dónde te cae el agua. Nos quedamos con la imagen del espectáculo Chicago y, sobre él, a unos 300 metros de altura, el castillo con su iluminación nocturna.

Cuevas de Krizna y castillo de Sneznik

09988

Último día completo en Eslovenia, que empleamos en apurar con las excursiones y en solucionar algunos detalles, como llenar el depósito de gasolina del coche, ya que aquí nos cuesta medio euro menos el litro que en Italia. O en comprar alguna botella de vino esloveno.

También en visitar la cueva de Krizna, la más grande inundada del país. En el aparcamiento nos encontramos con una pareja de Mallorca que se desplaza por Europa en una furgoneta mientras teletrabaja. La sequía mundial ha reducido bastante el volumen de agua, y la visita en el tramo acuático ya da para apenas cien metros de recorrido en una lancha hinchable por el primer lago de la cueva de los más de 20 que posee. A algunos de los restantes puede accederse en invierno, no en verano, por la dramática sequía.

La excursión, para la que te equipan con botas de agua y una linterna con batería más propia de hace medio siglo largo, se realiza únicamente con guía y cuesta 13 euros por adulto. Durante unos 30 minutos caminas por un sendero estrecho contemplando la cavidad, subiendo y bajando escalones y rampas con ligero riesgo de caída por la humedad. Llegas al embarcadero en la oscuridad, recorres los citados cien metros de lago, con las aguas marrones -en invierno nos comentan que son bastante más transparentes- y vuelves a la salida desandando lo transitado al principio.

Castles grad sneznik

Y también nos queda la visita a otro de esos castillos coquetos de Eslovenia que no tienen la fama ni del de Ljubljana ni del de Brad pero que resultan mucho menos bulliciosos y más auténticos. Se trata del castillo de Sneznik, con su amplio foso encharcado -algo novedoso entre los que hemos contemplado hasta ahora- su puente de acceso de piedra y tramo levadizo, y su muralla prácticamente completa.

Organizan recorridos guiados cada sesenta minutos por la mañana, a las 11 y a las 12, a seis euros por adulto. El problema con el que nos topamos es que la explicación, a la hora que queremos realizarla, es únicamente en esloveno. Nos conformamos con pasear por los preciosos jardines cercanos -también hay guías que se ofrecen para explicarlos- y circunvalar el foso desde el bosque que lo contornea, que vale la pena para observar los detalles de las murallas de esta fortaleza cuyos orígenes datan del siglo XIII. Recomendable desplazarse hasta la zona, marcada por la belleza de sus pequeñas localidades forestales, para disfrutar del encanto, la tranquilidad y la conservación de este castillo.

Y así, con una última puesta de sol en compañía de las ocas de la granja y una cena postrera en el restaurante del pueblo situado a un kilómetro, el más cercano que tenemos, cerramos nuestra última jornada en Eslovenia. Mañana nos espera un largo recorrido para salir del país, atravesar Italia por el norte -la parte más ancha de la ´bota´, que nos supuso ocho horas a la ida- y llegar hasta nuestro alojamiento cercano a Marsella.