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La ruta en Alicante de casi 7.000 escalones conocida como la Catedral del Senderismo

Serpenteando

Ruta senderista en Alicante conocida como la Catedral del Senderismo.

La Catedral del Senderismo de la Comunitat Valenciana. Quizás el apodo pueda resultar presuntuoso o estridente; no obstante, el recorrido, por su belleza y por su exigencia, merece calificativos muy superiores a los de otra ruta cualquiera. Su nombre real, Barranco del Infierno, no esconde precisamente su dureza.

Se encuentra en el enclave montañoso alicantino de Vall de Laguar, ubicado en la comarca de la Marina Alta. Se accede por una sinuosa carretera que se inicia en Pedreguer, pasa por Orba y termina en Fleix. A la salida de esta última localidad se encuentra habilitado un aparcamiento que constituye el lugar ideal para dejar el vehículo particular -la manera más práctica y rápida de llegar- y emprender el trayecto a pie. Un tramo verde de arcén a diez metros ejerce prácticamente prácticamente de alfombra de inicio y de final -es circular- del recorrido.

La puerta de entrada al Barranco del Infierno o Catedral del Senderismo

Los primeros metros completamente llanos no permiten atisbar en qué se convertirá el trazado. Los 6.800 escalones de la época morisca que marca el cartel del comienzo, en cambio, sí que avanzan que precisamente no se recorrerá un terreno pando. Un enorme orificio en la montaña se convierte, literalmente, en la puerta de entrada.

Una vez se traspasa, los escalones, más o menos difuminados en el terreno, se suceden, no importa que el tramo contenga más pinos a su alrededor, resulte frondoso o se eleve como una enorme atalaya. Las señales del PR-CV 147, como se llama técnicamente, marcan perfectamente el itinerario. Siguiéndolas se llega un par de veces hacia el lecho del río Girona, seco habitualmente aunque fácilmente anegable cuando llueve, un fenómeno que multiplica el peligro del recorrido por sus tramos inundables y resbaladizos.

Situarse sobre ese bancal de piedras en que se transforme el cauce fluvial en este tramo impresiona, aunque un poco menos que levantar la cabeza y observar el imponente desfiladero o percatarse de hasta dónde se ha bajado y lo que habrá que subir posteriormente. El recorrido, en la práctica, consiste en una especie de doble ‘v’, con ascenso suave, descenso pronunciado, subida escarpada, nueva bajada empinada y último ascenso. El desnivel llega hasta los 800 metros.

El panel de entrada cuantifica la caminata en poco más de 13 kilómetros sin llegar a 14 y el tiempo que se tarda en concluirlo, en cinco horas sin pausas. A ritmo ágil y con buena forma física pueden repelarse algunos minutos, aunque a riesgo de mayor desgaste de rodillas con ese constante subir y bajar escalones.

Asombra pensar en cómo convirtió la población morisca el entorno del Barranco del Infierno en su reducto vital y de qué modo logró transformarlo en un terreno fértil. En cambio, resulta más sencillo comprender la facilidad con la que pudieron resistir y guarecerse en estas tierras y en sus poblaciones aledañas, que ahora contienen una curiosa mezcolanza de moradores autóctonos en la edad dorada y extranjeros algo más jóvenes que se han instalado a paladear la tranquilidad que se respira.

Estos últimos aportan gran parte del núcleo de senderistas que realizan estos ascensos y descensos que terminan en el citado aparcamiento de Fleix, con antesala en la localidad de Benimaurell. Una vez se ha llegado a esta el camino se amansa y metamorfosea en dos kilómetros de reposada llanura. Final plácido tras un esforzado recorrido.

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