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Senderismo por la Murta, el paraje de Alzira que esconde un tesoro histórico

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Senderismo por la Murta, el paraje de Alzira

El paraje natural municipal de la Murta y la Casella empieza a tomar forma una vez se supera el
hospital de Alzira. Parece contradictorio, o quizás aporta la paz que se necesita para afrontar
situaciones complejas de salud, pero para llegar a este espacio protegido que engloba 765
hectáreas
hace falta seguir las indicaciones que guían al recinto hospitalario hasta que se
supera este. Una vez hecho ya aparecen los rótulos propios y marrones del paraje.

Datos prácticos de la senda

Resulta necesario recorrer unos cuatro kilómetros de carretera más o menos sinuosa, entre los
cítricos tan característicos de la Ribera Alta, para, bien sea por el tramo de umbría o de solana
-como diferencia la señalización- llegar hasta los tres espacios de aparcamiento del paraje.

Teóricamente hace falta registrarse -y así te lo aconsejan para no correr riesgos- antes vía
telemática porque existe un cupo de 125 números por turno. La realidad, o, como mínimo, la
experiencia propia, es que no te piden tu nombre o localizador aunque digas que te has
registrado.

La senda histórica o botánica

Escasos metros después de superar el Centro de Información afrontas la primera alternativa:
senda histórica o botánica
. Las dos atraviesan los vestigios del monasterio de la Murta
construido por la orden de los jerónimos, que supuso el lugar donde buscaron el máximo
recogimiento y retiro.

Restos, porque entero queda poco más que la enhiesta torre dels Coloms. La conservación
dista de la encomiable del cenobio – del originario del mismo siglo XIV e impulsado por
idéntica orden religiosa- de Sant Jeroni de Cotalba, en la localidad saforeña de Alfahuir.

Las dos sendas -la histórica y la botánica- tienen en el puente de Felipe II uno de sus hitos más
significativos. No tanto por la belleza de la construcción sino por la evocación del paso del
monarca por el lugar.

La primera ruta resulta la más sencilla en cuanto a trazado y distancia. Abarca alrededor de un
kilómetro y medio de extensión
y, a modo de primer hito y aunque se halle a unos 70 metros
fuera del camino, vale la pena desviarse para contemplar el imponente nevero, o pozo de la
nieve, de los monjes, que data del siglo XVI
I.

Los restos del monasterio de Nuestra Señora de la Murta

De vuelta a la senda histórica, esta sigue hasta el citado puente de Felipe II y se planta ante lo
que queda del monasterio de Nuestra Señora de la Murta (Bien de Interés Cultural), que
alcanzó su eclosión entre el siglo XVI (cuando construyeron los jerónimos su ´torre dels
coloms’) y el XVII, con el impulso de la familia Vich. Precisamente esa fortificación constituye el
resto mejor conservado. De lo demás apenas quedan tramos de paredes semiderruidas.

Frente al monasterio se sitúa la casona que acoge el denominado Jardín Romántico. La
edificación corrió a cargo de la familia Cantos, que se hizo con las riendas del monasterio una
vez desamortizado y perdido por la iglesia, en el siglo XIX. Este jardín únicamente puede
visitarse los fines de semana.

Esta ruta circunda lo que fuera el cenobio y va a parar a sus amplias balsas. Después prosigue
en ascenso, por un camino estrecho en paralelo a un viaducto, con algún tramo más escarpado
y resbaladizo. En un recodo aparece la ermita rupestre.

Hasta la cima de la Creu del Cardenal

La senda finaliza empalmando con un camino más amplio, el PR-CV334, que conduce a la cima
de la Creu del Cardenal
. También puede dedicarse tiempo al itinerario panorámico
denominado Cavall Bernat (una de las sierras que configuran este espacio ubicado en Alzira
junto a las de Corbera y Les Águiles). O, desde luego, a la senda botánica antes citada, con
ondulaciones sobre el terreno y entre vegetación, que se queda a unos metros de extensión de
los tres kilómetros.

Las posibilidades caminantes en el Paraje Natural Local de la Murta y la Casella resultan
bastante amplias para dedicar media jornada o incluso una entera. Ascensos y descensos,
pequeños saltos de agua
, recodos de complicado acceso, flora y fauna variada completan el
menú del día, junto, por supuestos, los restos históricos citados.

Dispone de un aparcamiento más o menos extenso al lado del cual se hallan mesas con bancos
de madera para reponer calorías tras el esfuerzo. Conviene, eso sí, hacer previamente buen
acopio de agua para el camino.

Y de este modo puede disfrutarse de uno de los parajes naturales más bellos y silvestres de la
provincia de Valencia
, ubicado en el término municipal de Alzira, a unos 35 minutos de
distancia de la capital.

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